Economic analysts warn of growing instability in Argentina as the country approaches its October elections, citing structural imbalances and policy inconsistencies. While electoral uncertainty may contribute to financial volatility, experts emphasize that deeper macroeconomic flaws are driving market tensions. n nLorena Giorgio, chief economist at Equilibra, notes that although political uncertainty plays a role, underlying imbalances remain a critical factor. She highlights a looming currency pressure due to significant dollar-denominated debt maturities. The Treasury holds approximately US$1.1 billion in foreign currency deposits at the Central Bank, yet faces over US$4.1 billion in bond payments due by January 2026. n nAlejandro Vanoli, former Central Bank president and head of Synthesis, describes the current situation as a “perfect storm.” He attributes financial instability not only to political fragility but also to an inconsistent economic model that fails to address structural dollar deficits stemming from imports, overseas travel, and debt servicing. These imbalances fuel expectations of devaluation, undermining confidence. n nGiorgio adds that the government’s aggressive inflation control strategy has come at a cost. While price stabilization remains a stated priority, it has led to a heavily managed exchange rate, weak foreign reserve accumulation, and rising country risk, which in turn limits access to international credit markets. These issues, she argues, will require correction in late 2025 and early 2026. n nLaura Testa, economist at Paridad en la Macro, challenges the official narrative of macroeconomic stability. She points out that despite claims of price control, real wages and pensions are declining, unemployment is rising, and economic activity is contracting. These factors, she argues, indicate broader economic distress that contradicts the government’s optimistic portrayal. n nMartín Burgos, from the Centro Cultural de la Cooperación, stresses that while price stability is the administration’s main achievement, widespread household financial strain and economic pessimism could influence voter behavior. He cites impending devaluation risks, political turmoil, recession signals, and ongoing debt obligations, including a closely watched IMF program, as major concerns. n nPablo Moldovan of CP Consultora describes this period as a pivotal moment. The government must defend its economic model amid signs of exhaustion while proving its political viability. He also highlights contradictions in official messaging—particularly around exchange rate policy. If the peso’s value truly reflects market forces, he questions the rationale behind repeated interventions, including direct Treasury actions in the foreign exchange market. n nRecent government actions have also undermined claims of market autonomy. By intervening in bond markets and directing banks to absorb excess liquidity, authorities have effectively set interest rates at artificially high levels. This contradicts the libertarian assertion that rates are endogenous and freely determined. Vanoli notes that persistent intervention in currency and credit markets reveals a disconnect between rhetoric and practice, as officials act as arbiters of market prices despite advocating for minimal state involvement. n
— news from Página | 12
— News Original —
En economía, el relato choca contra la realidad | Los analistas anticipan complicaciones y cuestionan el discurso oficial
Las implicancias del resultado electoral podrían estar sobredimensionadas, y la incertidumbre en los mercados responder a problemas más profundos, vinculados con factores estructurales o con la política económica que impulsa el Gobierno. En este contexto, las y los analistas consultados por Página/12 anticipan un escenario desafiante para la economía en el mes y medio que resta hasta las elecciones de octubre. n nSegún Lorena Giorgio, economista jefa de la consultora Equilibra, “puede ser cierto que parte de la presión cambiaria que vemos ahora responda a la incertidumbre electoral, pero otra parte está claramente vinculada a los desequilibrios macroeconómicos”. n nUna cuenta simple que traduce el clima actual de incertidumbre son los abultados vencimientos en dólares que el Gobierno deberá afrontar en el corto plazo. Según la especialista, el Tesoro cuenta con depósitos en divisas en el Banco Central por unos US$ 1.100 millones, pero en enero de 2026 deberá desembolsar más de US$ 4.100 millones en concepto de cupones de Bonares y Globales. n n”La tormenta perfecta” n nEl economista Alejandro Vanoli, director de la consultora Synthesis y ex presidente del Banco Central, también abona a la idea de los “errores propios” que amparan la actual volatilidad financiera. “El Gobierno está en una situación de debilidad política, lo cual siempre es malo para un plan económico, pero en este caso es una tormenta perfecta, porque el plan económico es inconsistente: por el déficit estructural de dólares que genera (importaciones, viajes, intereses de la deuda) y las expectativas de devaluación que esto alimenta”, afirma. n n“Hasta ahora, el Gobierno se mantuvo firme en su objetivo de bajar la inflación a cualquier costo, pero esa estrategia generó desequilibrios en otras variables macroeconómicas: un frente cambiario intervenido, un sector externo con escasa acumulación de reservas internacionales y, en consecuencia, mayores tensiones en el riesgo país que condicionan la posibilidad de reabrir el mercado de crédito. Estos desequilibrios deberán corregirse en la última parte del año y a comienzos de 2026”, sostiene Giorgio. n n”La estabilidad es discutible” n nTambién para la economista Laura Testa, integrante del colectivo feminista Paridad en la Macro, el modelo económico muestra signos de tensión que trascienden a las variables estrictamente macroeconómicas. “El Gobierno pregona una supuesta estabilización de la inflación y del tipo de cambio —presentada bajo el eslogan ‘logramos estabilizar la macro’—, pero esa estabilidad es discutible en cuanto a su realidad y sostenibilidad. Al mismo tiempo, se observa un aumento del desempleo, una caída del poder adquisitivo de los salarios y de las jubilaciones en términos reales, y una contracción de la actividad económica. Todo esto también forma parte de la macro que, lejos de estar ordenada, no muestra señales de encaminarse a un ordenamiento”, advierte. n n“El Gobierno atraviesa un momento muy difícil: su único activo visible es la estabilización de los precios. No obstante, ya es generalizada la sensación de que las familias no llegan a fin de mes y que el futuro es incierto, lo cual puede influir en las elecciones del domingo. Todo lo demás que sucede en su entorno es catastrófico: los cimbronazos políticos, la recesión en ciernes, una devaluación inminente, los vencimientos de deuda y el programa con el FMI –que seguramente esté mirando con otros ojos lo que ocurre en el país-”, insiste Martín Burgos, economista y director del departamento de Economía Política del Centro Cutural de la Cooperación. n nLas y los economistas consultados para esta nota coinciden en que el programa económico será inevitablemente reformulado después de las elecciones y anticipan una devaluación inminente. Más allá del resultado electoral, señalan que incluso una victoria del oficialismo resultaría insuficiente para modificar por sí sola las expectativas del mercado. n n”Momento bisagra” n nEl Gobierno enfrenta un mes y medio decisivo en lo económico, mientras busca validar políticamente el relato libertario, según plantea Pablo Moldovan, economista y director de CP Consultora. “Estamos en un momento bisagra donde el oficialismo tiene dos frentes abiertos: por un lado, el económico, con un programa que muestra claros síntomas de agotamiento y probablemente atraviese semanas más complicadas de aquí a las elecciones de octubre; y, por otro, el desafío electoral de demostrar que su estrategia —centrada en la desinflación incluso a costa de la economía real— sigue siendo popular y le garantiza respaldo político”, sostiene. n nMoldovan también resalta las contradicciones del discurso oficial. “El Gobierno sostiene una narrativa grandilocuente que convive con una praxis más terrenal y pragmática. Se ve, por ejemplo, en torno a las premisas para salir del cepo o quién asume el costo de la política monetaria. Pero la contradicción más evidente hoy es el debate sobre el tipo de cambio: si la paridad es libre y la flotación refleja un precio de equilibrio que sostiene el balance externo, ¿cómo se explica la serie de intervenciones indirectas de los últimos meses y, más aún, la intervención directa del Tesoro en el mercado de cambios esta semana?”, señala. n nArgumentos en jaque n nOtro argumento libertario que se puso en jaque en las últimas semanas es que la tasa de interés sea endógena, es decir determinada libremente en los mercados. Con las intervenciones recientes del Gobierno en el mercado de bonos y licitaciones a medida para que los bancos absorbieran el sobrante de LEFIs, el oficialismo puso la tasa de interés en las nubes. La tasa de interés, al igual que el precio del dólar, están intervenidos y no flotan. n nTambién, según indicó Vanoli, “al Gobierno se le cae el relato libertario de que la inflación es siempre un fenómeno monetario: si esto fuera así no estaría interviniendo para frenar el dólar. Hay intervención en el mercado en contado, en futuros, cepo para las empresas, etc. Entonces los funcionarios del equipo económico se arrogan el saber cuál es el precio de mercado, cuando supuestamente los mercados deberían arbitrar sin intervención estatal en el discurso libertario”.