By Óscar Miguel Rivera Hernández | July 23, 2025
In 2016, Donald Trump assumed the U.S. presidency with the slogan “America First.” Eight years later, his policies of commercial and diplomatic isolation have created a global leadership vacuum. While the U.S. erects tariff barriers, China is expanding its economic influence across Latin America.
For Mexico, this is not an abstract issue. The question arises: will the country remain economically tethered to a neighbor that views it as an appendage, or will it diversify its opportunities in a multipolar world?
Recently, I listened to Professor Enrique Dussel, director of the China-Mexico Studies Center at UNAM, who described China’s economic miracle in historical terms. Although I haven’t studied China’s economic history in depth, Dussel highlighted its sustained growth between 1990 and 2010, with annual rates exceeding 10%. Today, despite a slowdown, China continues to grow at 5% annually—three times Mexico’s rate—and has lifted 700 million people out of poverty over 30 years.
This is equivalent to lifting all of Latin America from poverty twice over. Regarding industrial capacity, Dussel explained how state-owned enterprises like BAIC produce more vehicles than all of Mexico combined.
How did China achieve this? Through a hybrid model that challenges Western economic dogmas:
– Active competition among provinces and state enterprises
– Long-term planning
– Industrial goals set for 20 to 30 years
– The state controls 45% of GDP (compared to less than 10% in Mexico)
The Mexico-China relationship remains asymmetric and poorly understood. Consider these figures:
– 84% of Mexican exports go to the United States
– 20% of Mexican imports originate from China (compared to 46% from the U.S.)
Paradoxically, 60% of these Chinese imports are requested by U.S. companies like GM or Ford.
There is a myth of “Made in Mexico,” but in reality, it doesn’t fully exist. A so-called “Mexican” car includes:
– Lithium batteries from China
– Chips manufactured in Shenzhen
– Steel produced using Chinese coal
Mexico functions more as an assembly plant for the U.S., lacking control over value chains. In contrast, China produces everything from screws to supercomputers.
Since 2023, Trump has blocked Tesla’s gigafactory in Monterrey if it uses Chinese components. He pressured Panama to reject the Belt and Road Initiative. Twenty-one Latin American countries have already signed agreements with the Belt and Road Initiative. Brazil and Argentina now export more to China than to the U.S.
Huawei offers 5G networks at 40% lower cost than its competitors. Mexico remains the only country without a clear strategy toward China, due to:
– Fear of angering Washington
– Business ignorance (only 12% of SMEs explore Asian markets)
– Lack of strategic state planning
Examples of missed opportunities include:
– Tourism: China is the world’s largest outbound tourist source (150 million in 2023), yet Mexico receives only 150,000 Chinese visitors annually
– Advanced manufacturing: BYD (China’s “Tesla”) may build a plant in Mexico
– Agriculture: China imports 60% of its soybeans; Michoacán and Jalisco could export
If no action is taken, risks include:
– Falling behind Vietnam or Indonesia
– Total dependence on USMCA
– No Plan B if the U.S. enters recession
– No development of domestic AI or clean energy without Chinese alliances
The U.S. is no longer the stable ally it once was. China, despite its complexities, offers:
– Long-term investment
– Commercial diversification
– Accessible technology
The goal isn’t to choose between Washington or Beijing, but to stop being a backyard and become a bridge between both worlds. As Dussel puts it: “Mexico has been looking north for 200 years. It’s time to turn our heads the other way.”
— News Original —
El futuro económico que México encerrado en la dependencia con Estados Unidos
Por Óscar Miguel Rivera Hernández | 23 de julio de 2025
En 2016, Donald Trump llegó a la presidencia de Estados Unidos con una promesa clara: «America First». Ocho años después, su política de aislamiento comercial y diplomático ha creado un vacío de liderazgo global. Mientras Washington levanta muros arancelarios, China teje una red de influencia económica que ya alcanza América Latina.
Para México, este no es un tema abstracto. Y me pregunto, ¿Seguiremos atados a un vecino que nos ve como apéndice económico, o sabremos diversificar nuestras oportunidades en estemundo multipolar?
En días pasados escuchaba al profesor Enrique Dussel, coordinador del Centro de Estudios China-México de la UNAM, quien describe un milagro chino, poniendo el crecimiento de China en perspectiva.
Yo no he estudiado la historia económica de ese país asiático, pero él nos habla de un crecimiento sostenido, entre 1990 y 2010. Dice: China mantuvo tasas superiores al 10% anual. Hoy, aunque desacelerado, sigue creciendo al 5% (el triple que México) y ha logrado una reducción de la pobreza de 700 millones de personas en 30 años.
Es como si toda Latinoamérica hubiera superado la pobreza dos veces.
Hablando de su poder industrial, Dussel explica la gran producción de empresas estatales como BAIC, que producen más vehículos que todo México.
Pero, ¿cómo lo lograron?
Con un modelo híbrido que desafía los dogmas occidentales:
Competencia activa entre provincias y empresas públicas
Planificación a largo plazo
Metas industriales a 20 o 30 años
El Estado maneja el 45% del PIB (en México no llega al 10%)
La relación México-China es asimétrica y mal entendida.
Veamos estos datos:
84% de las exportaciones mexicanas van a Estados Unidos
20% de lo que importamos ya viene de China (frente al 46% de EE. UU.)
Lo paradójico:
60% de esas importaciones chinas son pedidas por empresas estadounidenses, como GM o Ford.
Existe un mito del «Hecho en México», pero en realidad no existe.
Un auto “mexicano” lleva:
baterías de litio chinas
chips fabricados en Shenzhen
acero producido con carbón chino
México no es más que un maquilador para Estados Unidos, sin dominar las cadenas de valor.
China, en cambio, produce desde tornillos hasta supercomputadoras.
Desde 2023, Trump bloqueó la gigafactoría de Tesla en Monterrey si usaba componentes chinos.
Presionó a Panamá para rechazar la Ruta de la Seda.
21 países latinoamericanos ya firmaron acuerdos con la Franja y la Ruta.
Brasil y Argentina ya exportan más a China que a EE. UU.
Huawei ofrece redes 5G a 40% menos costo que sus competidores.
México es el único país sin estrategia clara hacia China.
¿Por qué?
Temor a enojar a Washington
Ignorancia empresarial (solo 12% de las pymes exploran mercados asiáticos)
Falta de Estado estratégico
Ejemplos de oportunidades desaprovechadas:
Turismo: China es el mayor emisor del mundo (150 millones en 2023); México recibe solo 150,000 chinos al año
Manufactura avanzada: inversión de BYD (el “Tesla chino”), posible planta en México
Agricultura: China importa 60% de su soya; Michoacán y Jalisco podrían exportar
De no actuar, los riesgos son:
Quedar rezagados frente a Vietnam o Indonesia
Depender totalmente del T-MEC
Si EE. UU. entra en recesión, no hay plan B
Sin alianzas con China, no se desarrollará inteligencia artificial ni energías limpias propias
Estados Unidos ya no es el aliado estable de antes.
China, con todos sus matices, ofrece:
inversión a largo plazo
diversificación comercial
tecnología accesible
No se trata de elegir entre Washington o Pekín, sino de dejar de ser el patio trasero y convertirnos en puente entre ambos mundos.
Como dice Dussel:
«México lleva 200 años mirando al norte. Es hora de girar la cabeza hacia el otro lado.»