This year marks a turning point in global politics and economics. With Donald Trump’s return to the U.S. presidency, intensifying U.S.-China competition, China’s growing influence in Latin America, and increasing fragmentation of global trade, the European Union and Spain must rethink their international strategies. In this context of geopolitical tensions and rising protectionism, developing an integrated bi-regional economic space between the EU and Latin America and the Caribbean (LAC) has become not just an opportunity but a strategic necessity.
As highlighted by Ernesto Talvi, a researcher at the Real Instituto Elcano, the EU is redesigning its global commercial architecture with dual objectives: strengthening economic security and enhancing supply chain resilience. To achieve this, the EU is intensifying and modernizing its network of free trade agreements (FTAs), with Latin America emerging as a “natural, reliable, and complementary” partner.
Latin America offers exactly what Europe needs most urgently: critical minerals like lithium and copper essential for the green and digital transitions, along with abundant renewable energy sources. In return, the EU provides capital, technology, and expertise that can help diversify and sophisticate Latin American economies. This would foster high-value bi-regional supply chains, particularly in strategic sectors related to decarbonization and digitalization.
The EU’s network of trade agreements with Latin America is already extensive, and once the Mercosur agreement ratified on December 6, 2024, takes full effect, it will cover 97% of the region’s GDP, surpassing coverage by the U.S. (44%) or China (14%). However, this framework remains fragmented. The coexistence of different origin regimes prevents combining goods and inputs from various Latin American countries – even those with EU agreements – to benefit from tariff preferences. This limitation hinders the creation of genuine bi-regional supply chains.
Overcoming this fragmentation is a technical challenge but one that is manageable. The solution proposed by academia and experts like Ernesto Talvi is the adoption of a “flexible diagonal accumulation” mechanism. Through a common protocol that could be annexed to existing agreements without renegotiation, this mechanism would allow goods from all Latin American countries with bilateral agreements with the EU to be considered as originating. It’s a pragmatic, legally viable, low-cost tool with enormous transformative potential.
Establishing this system would lay the foundation for a true integrated EU-LAC economic space covering 1.1 billion people with combined GDP comparable to that of the United States. Recent estimates suggest that a fully integrated space could increase trade between the regions by 70% and intra-regional trade by 40%. Additionally, it would enable the EU to achieve commercial weight in Latin America similar to that of the U.S. and China, excluding Mexico.
— news from (La Región)
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UE-América Latina, un espacio económico
Este año se perfila como un punto de inflexión en la política y la economía globales. El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, la aceleración de la competencia entre Washington y Pekín, el avance de China en América Latina y la creciente fragmentación del comercio mundial obligan a la Unión Europea y a España a repensar sus estrategias de inserción internacional. En este contexto de tensiones geopolíticas y proteccionismo en aumento, avanzar hacia un espacio económico birregional integrado entre la UE y América Latina y el Caribe (ALC) ya no es solo una oportunidad comercial, sino una necesidad estratégica. n nTal como subraya Ernesto Talvi, investigador del Real Instituto Elcano, la UE está rediseñando su arquitectura comercial global con un doble objetivo: reforzar su seguridad económica y fortalecer la resiliencia de sus cadenas de suministro. Para ello, está intensificando y modernizando su red de tratados de libre comercio (TLC), y en este esfuerzo América Latina se presenta como un socio “natural, fiable y complementario”. n nAvanzar hacia un espacio económico birregional integrado entre la UE y América Latina y el Caribe (ALC), una necesidad estratégica n nLa complementariedad es evidente. América Latina ofrece justo lo que Europa más necesita en este momento: minerales críticos como litio y cobre, indispensables para la transición verde y digital, y abundantes fuentes de energías renovables. Por su parte, la Unión Europea aporta capital, tecnología y know-how que pueden contribuir a diversificar y sofisticar las economías latinoamericanas. El resultado sería el desarrollo de cadenas de valor birregionales de alto valor añadido, especialmente en sectores estratégicos como los vinculados a la descarbonización y la digitalización. n nLa red de acuerdos comerciales de la UE con América Latina es ya amplia y, una vez que se ratifique el acuerdo con Mercosur, cerrado el pasado 6 de diciembre, llegará a cubrir el 97% del PIB de la región, una cobertura muy superior a la de EEUU (44%) o China (14%). Sin embargo, este marco de acuerdos sigue siendo fragmentado. La coexistencia de distintos regímenes de origen impide, por ejemplo, combinar bienes e insumos de diferentes países latinoamericanos –aunque tengan acuerdos con la UE– para beneficiarse de las preferencias arancelarias. Esta limitación frena la creación de auténticas cadenas de valor birregionales. n nSuperar esta fragmentación es un reto técnico, pero abordable. La solución propuesta desde el ámbito académico y por expertos como Ernesto Talvi es la adopción de un mecanismo de “acumulación diagonal flexible”. A través de un protocolo común, que podría anexarse a los acuerdos existentes sin necesidad de renegociarlos, este mecanismo permitiría considerar como originarios los bienes de todos los países latinoamericanos que tengan acuerdos bilaterales con la UE y entre sí. Es una herramienta pragmática, jurídicamente viable y de bajo coste, con un enorme potencial transformador. n nEl establecimiento de este sistema sentaría las bases para un verdadero espacio económico integrado UE-ALC, que abarcaría a 1.100 millones de personas y un PIB conjunto comparable al de Estados Unidos. Según estimaciones recientes, un espacio plenamente integrado podría aumentar en un 70% el comercio entre ambas regiones y un 40% el comercio intrarregional. Además, permitiría a la UE alcanzar un peso comercial en América Latina similar al de EEUU y China, con la excepción de México. n nProtagonistas n nUrsula von der Leyen – Presidenta de la Comisión Europea n nDesde Bruselas ya se asume que la creación de un espacio económico birregional entre la UE y América Latina no es un sueño utópico, sino un proyecto viable que, si se implementa con inteligencia y voluntad, puede aportar prosperidad compartida. n nPedro Sánchez – Presidente del Gobierno de España n nEl desafío para España y para la Unión Europea pasa por reforzar su presencia en América Latina, no solo como contrapeso a la creciente influencia china, sino también como una alternativa confiable frente al unilateralismo de Washington. n nLula da Silva – Presidente de Brasil n nMercosur es un bloque de más de 270 millones de consumidores, relativamente cerrado al exterior. Junto con Brasil, los países fundadores fueron Argentina, Paraguay, Uruguay y Venezuela (suspendido). Bolivia es miembro en proceso de adhesión. n nLuis Arce – Presidente de Bolivia n nLos países asociados al Mercosur son: Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Panamá, Perú, Surinam y Bolivia, ya en proceso de adhesión. Luis Arce ya pidió al Mercosur “apuntar a un mundo multipolar, lejos de las hegemonías económicas”.