It’s crucial to recognize that the economy and financial markets operate differently. This distinction is particularly relevant now, as current policies appear to be widening the gap between the two. Consider the U.S. stock market: the S&P 500 has risen nearly 10% year-to-date—a notable gain, though marked by volatility, including a roughly 20% drop in April. Yet this performance may obscure deeper economic realities.
According to the U.S. Bureau of Economic Analysis (BEA), real consumer spending grew at an annualized rate of just 1% in the first half of 2025, a sharp decline from the 4% pace in the second half of 2024. Real GDP growth also slowed, rising at a 1.2% annualized rate in early 2025 compared to 2.7% in late 2024. Meanwhile, job growth has dipped below 1% so far in 2025, according to the Bureau of Labor Statistics—a threshold historically linked to upcoming recessions.
Given these indicators, it’s no surprise that a Bloomberg survey of economists estimates a 35% average chance of a U.S. recession within the next year—well above the historical baseline of around 15%. Yet, if one relied solely on the S&P 500’s performance, the risk of economic downturn might seem negligible.
Why does the U.S. equity market appear so detached from the real economy? Three key factors explain this divergence: measurement methods, policy impacts, and market composition.
First, economic performance is typically measured in real terms—adjusted for inflation—while stock markets reflect nominal growth in sales and earnings per share (EPS). In the first half of 2025, nominal GDP grew at a 4.1% annualized rate, closer to the S&P 500’s 4.4% rise in nominal sales per share. However, aggregate S&P 500 EPS surged at a 14% annualized pace—far outpacing real economic expansion.
Second, policy changes under the second Trump administration—on trade, taxation, and immigration—affect large corporations differently than the broader economy. S&P 500 firms, especially major tech companies, tend to be capital-intensive and better positioned to benefit from expanded corporate tax cuts and investment incentives. Their diversified operations also help absorb tariff-related costs.
Industry estimates suggest that higher tariffs’ negative impact on S&P 500 firms may be offset by tax savings. Additionally, the weakening U.S. dollar since年初 benefits multinational corporations. The seven largest S&P firms generate nearly half their revenue abroad, compared to 28% for the index overall. Even the 400 worst-performing S&P companies earn about a quarter of their income internationally. In contrast, U.S. exports account for only about 10% of national GDP.
Third, market composition plays a major role. Much of the S&P 500’s gains this year stem from companies tied to the artificial intelligence (AI) cycle and digital transformation. While technology contributes to real GDP growth, its economic footprint remains far smaller than its stock market weight. The sector represented about 5.4% of total U.S. GDP in Q1 but accounts for roughly 40% of the S&P 500’s market capitalization.
This imbalance is even more pronounced in the labor market. Bloomberg data shows that hyper-scalers—firms operating large AI and cloud data centers—and chip suppliers make up less than 2% of U.S. employment, despite representing around 35% of Wall Street’s value.
That said, digital transformation investments are supporting GDP. We estimate that spending on computer equipment, software, and R&D contributed about one percentage point to real GDP growth in the first half of 2025. Without it, growth would have been nearly flat. Capital expenditure is likely to remain strong as firms rush to meet anticipated AI demand. However, if adoption slows, so will this trend. Outside AI, capital spending has been sluggish.
In conclusion, while S&P 500 revenue and earnings trends are partly rooted in U.S. economic activity, they may not accurately reflect the broader economy. Policy shifts and the AI boom have created winners and losers. Capital-intensive firms with limited exposure to tariffs—like tech companies—are thriving, representing a small slice of the economy but driving outsized market gains. Meanwhile, performance in labor-intensive sectors and among consumers has been weak.
The duration and resolution of this disconnect remain uncertain. If widespread AI adoption delivers productivity gains, it could lift the broader economy and justify stock valuations. But in the coming quarters, with political uncertainty and tariff-related price adjustments likely weighing on real incomes, consumer spending, and overall investment, markets appear increasingly reliant on the continued momentum of technological change. Without it, equities risk realigning with the more modest underlying economic reality.
— news from elconfidencial.com
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Por qué la Economía y la Bolsa no son lo mismo
Sin embargo, es fundamental recordar que la economía y las Bolsas no son lo mismo. Esa distinción es especialmente importante hoy en día, ya que las políticas actuales parecen estar ampliando la brecha entre ambos. n nConsideremos el mercado bursátil estadounidense. El índice S&P 500 ha subido casi un 10 % en lo que va de año (un aumento significativo, pero con altibajos, dada la caída de aproximadamente el 20 % registrada en abril). Sin embargo, este rendimiento puede ocultar realidades importantes sobre la situación económica general de Estados Unidos. El gasto real de los consumidores creció a un ritmo anualizado del 1 % en el primer semestre de 2025, lo que supone un fuerte descenso con respecto al 4 % anualizado del segundo semestre de 2024, según la Oficina de Análisis Económico de Estados Unidos (BEA). El crecimiento del PIB real se ha ralentizado, con un ritmo anualizado del 1,2 % en el primer semestre de 2025, frente al 2,7 % del segundo semestre de 2024, según la BEA. El crecimiento del empleo en Estados Unidos se ha desacelerado hasta situarse por debajo del 1 % en lo que va de 2025, según la Oficina de Estadísticas Laborales, un umbral que históricamente ha precedido a las recesiones. n nTeniendo en cuenta estos datos, no es de extrañar que una encuesta de Bloomberg a economistas sitúe la probabilidad media de una recesión en Estados Unidos durante el próximo año en el 35 %, muy por encima de la probabilidad estándar (basada en la frecuencia histórica incondicional de las recesiones) de alrededor del 15 %. Sin embargo, si la única fuente de información sobre la economía estadounidense fuera el rendimiento del S&P 500, podría parecer que el riesgo de recesión es mínimo. n n¿Por qué el mercado de valores estadounidense parece tan desconectado de la economía real? Esto se debe a tres factores: la medición, la política y la composición. n nTE PUEDE INTERESAR n n¿Por qué suben las acciones? Nadie lo sabe n nSpencer Jakab n nLa medición importa n nEl rendimiento económico tiende a medirse en términos «reales» (ajustados a la inflación), mientras que los mercados de renta variable tienden a reflejar el crecimiento nominal de las ventas y los beneficios por acción (BPA). En contraste con el ritmo anualizado mucho más lento del 1,2 % del crecimiento del PIB real, el crecimiento del PIB nominal fue del 4,1 % anualizado en el primer semestre de 2025. Esta cifra se acerca mucho más al crecimiento del 4,4 % de las ventas nominales por acción del S&P 500, pero sigue estando muy por debajo del aumento anualizado del 14 % de los beneficios por Acción agregados del S&P 500 en el primer semestre del año. n nLos efectos de las políticas varían n nLos recientes cambios políticos del segundo mandato de Trump, que afectan al comercio, la fiscalidad y la inmigración, repercuten de forma diferente en las empresas del S&P 500 que en las miles de empresas, en su mayoría más pequeñas, de la economía estadounidense en general. n n¿Por qué? Las empresas del S&P, y especialmente las más importantes (incluidas las grandes empresas tecnológicas), suelen ser más grandes y con mayor intensidad de capital, por lo que pueden beneficiarse más de la reciente ampliación de los recortes fiscales a las empresas y de los generosos incentivos a la inversión. Probablemente, están mejor posicionadas para capear y absorber los costes relacionados con los aranceles gracias a la diversificación de sus negocios y al aumento de su cuota de mercado. n nLas estimaciones del sector sugieren que el impacto agregado de los aranceles más elevados sobre las empresas del S&P 500 probablemente se verá compensado por otros ahorros fiscales. n nLa depreciación del dólar estadounidense desde principios de año también favorece a las grandes multinacionales. Las siete principales empresas generan casi el 50 % de sus ventas fuera de Estados Unidos, frente al 28 % del conjunto del S&P. Incluso las 400 empresas con peor rendimiento del S&P obtienen, de media, casi una cuarta parte de sus ingresos de las ventas internacionales. Por el contrario, las exportaciones estadounidenses sólo representan alrededor del 10 % del PIB de Estados Unidos. n nComposición: ¿Qué está impulsando gran parte del rendimiento del S&P 500? n nGran parte de las ganancias del S&P en lo que va de año provienen de empresas vinculadas al ciclo de la inteligencia artificial y la transformación digital. n nLa tecnología también ha ayudado al crecimiento del PIB real. Sin embargo, la contribución de la tecnología a la economía en general sigue siendo muy inferior a su papel en las ganancias de la Bolsa. El sector sólo representó alrededor del 5,4 % del PIB total de EE UU en el primer trimestre, pero supone aproximadamente un 40 % de la capitalización bursátil del S&P 500. n nTE PUEDE INTERESAR n nAgosto hasta ahora: tres reflexiones más una (doméstica) n nGuillermo Santos Aramburo n nEn el mercado laboral estadounidense, estas diferencias se magnifican. Los datos de Bloomberg sugieren que los hiperescaladores —empresas que operan grandes centros de datos para IA y computación en la nube— y los proveedores de chips representan menos del 2 % del empleo en Estados Unidos, a pesar de que constituyen aproximadamente el 35 % del valor de Wall Street. n nDicho esto, reconocemos que la inversión relacionada con la transformación digital está impulsando el PIB americano. Estimamos que el gasto en equipos informáticos, software e I+D contribuyó en torno a un punto porcentual al crecimiento anualizado del PIB real en el primer semestre de 2025. Sin él, el crecimiento habría sido prácticamente nulo. Es probable que el gasto en capital se mantenga elevado, ya que las empresas se apresuran a satisfacer la demanda prevista de IA. Sin embargo, si la adopción se ralentiza, también lo harán estas tendencias. Fuera del ámbito de la IA, el gasto en capital ha sido lento. n nConclusión n nAunque las tendencias de los ingresos y los beneficios del S&P 500 se basan en parte en la actividad económica de Estados Unidos, es posible que no reflejen fielmente la economía en general. Los cambios políticos y la avalancha de la IA han creado ganadores y perdedores. n nTE PUEDE INTERESAR n nNuestro dólar, vuestro problema n nFernando Primo de Rivera n nLas grandes empresas intensivas en capital con una exposición directa relativamente baja a los aranceles más elevados, como las tecnológicas, serán las más beneficiadas. Estas compañías representan una pequeña parte de la economía estadounidense, pero están impulsando ganancias desmesuradas en el mercado. Por el contrario, el rendimiento económico y del mercado en los sectores más intensivos en mano de obra y entre los consumidores ha sido pobre. n nSerá importante saber por cuánto tiempo se prolongará esta desconexión y cómo se resolverá. Si se logran las ganancias de productividad derivadas de una implementación más amplia de la IA, tal vez podrían impulsar la economía y ayudar a justificar el rendimiento de las acciones. Sin embargo, durante los próximos trimestres, con la incertidumbre política y los ajustes de precios relacionados con los aranceles que probablemente pesarán sobre los ingresos reales, el gasto de los consumidores y la inversión en general, los mercados parecen cada vez más dependientes de que la revolución tecnológica siga su curso. Sin ella, la Bolsa corre el riesgo de volver a conectar con la más mediocre realidad económica actual.