Rail transport is regaining prominence across Latin America. Major initiatives such as Brazil’s Bioceanic Railway, Bogotá’s metro system, and Mexico’s Maya Train aim to modernize regional infrastructure and open new trade corridors. These projects are not just about mobility—they represent ambitions for economic sovereignty and deeper regional integration.
Brazil and the “Panama Canal on Rails”
For Brazil’s Planning Minister, Simone Tebet, the Bioceanic Railway represents “an industrial revolution.” Spanning 3,000 kilometers, the railway will link Brazil’s Atlantic coast to the Peruvian port of Chancay on the Pacific Ocean, with an estimated cost of 3.4 billion dollars. The goal is clear: lower logistics costs, reduce transit times, and connect Brazil’s agricultural and mining heartland more efficiently with Asian markets.
However, the project also highlights a strategic dilemma. As Brazil reduces its logistical dependence on the United States, it grows closer to China, the primary financier of both the railway and the Chancay port. The price of enhanced competitiveness may be a new form of economic reliance.
A Continent on the Move
Brazil is not alone. The Development Bank of Latin America and the Caribbean (CAF) reports 55 ongoing or planned railway projects across the region, with total investments estimated at 400 billion dollars. The shared objective is to use rail infrastructure as a catalyst for economic integration and sustainable development.
Chile, for instance, is advancing passenger rail lines such as Santiago-Melipilla and Santiago-Batuco, while Colombia is investing in Bogotá’s metro to alleviate severe traffic congestion. Rail is emerging as a solution to both urban mobility challenges and the need to integrate Latin America into global trade networks.
Mexico and the Maya Train Challenge
Mexico’s Maya Train, one of the country’s flagship infrastructure projects, aims to connect tourist destinations with freight zones in the southern region. Since its launch, it has transported over 1.3 million passengers, but it has also accumulated losses estimated at 266 million euros.
Project director Óscar David Lozano Águila argues it is a long-term investment: “This region is transforming into a new economic hub with significant potential.” Meanwhile, Guatemala is seeking to join the network, recognizing that rail connectivity could drive shared regional development.
Between Promises and Challenges
Latin America’s rail revival holds the promise of transforming the continent’s economic landscape. Yet beneath the ambitious investments and integration rhetoric lie persistent challenges: reliance on foreign financing, questions about financial viability, and the difficulty of sustaining long-term projects amid political instability.
If Latin American nations can overcome these obstacles, the new rail corridors will do more than transport goods and passengers—they could shift the continent’s economic axis toward unprecedented regional cohesion.
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El renacimiento transportista de América Latina: Los megaproyectos que buscan reordenar el mapa económico del continente
El ferrocarril vuelve a ocupar un lugar central en el mapa de América Latina. Proyectos como la Ferrovia Bioceánica en Brasil, el Metro de Bogotá o el Tren Maya en México buscan modernizar la infraestructura del continente y abrir nuevas rutas comerciales. Lo que está en juego no es solo movilidad, sino también soberanía e integración regional. n nBrasil y el “Canal de Panamá sobre rieles” n nPara la ministra de Planificación, Simone Tebet, la Ferrovia Bioceánica es “una revolución industrial”. Este trazado de 3.000 kilómetros, que unirá el Atlántico brasileño con el puerto peruano de Chancay en el Pacífico, está valorado en 3.400 millones de dólares. La apuesta es clara: abaratar costos, reducir tiempos y acercar el corazón agrícola y minero de Brasil a Asia. n nSin embargo, el proyecto también revela un dilema estratégico. Mientras Brasil se distancia de la dependencia logística de Estados Unidos, se aproxima a China, principal financista de la obra y del puerto peruano. El precio de la competitividad podría ser una nueva forma de dependencia. n nUna región en movimiento n nBrasil no está solo. El Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF) contabiliza 55 proyectos ferroviarios en curso o en diseño, con inversiones estimadas en 400.000 millones de dólares. La meta es común: aprovechar el ferrocarril como motor de integración económica y desarrollo sostenible. n nChile, por ejemplo, avanza en rutas de pasajeros como Santiago-Melipilla y Santiago-Batuco, mientras que Colombia apuesta por el Metro de Bogotá para aliviar su colapso vial. El ferrocarril se presenta como respuesta tanto a los desafíos urbanos como a la necesidad de conectar la región con los grandes flujos globales de mercancías. n nMéxico y el desafío del Tren Maya n nEl Tren Maya, uno de los proyectos estrella de México, pretende unir destinos turísticos con zonas de carga en el sur del país. Desde su inauguración, ha transportado más de 1,3 millones de pasajeros, pero acumula pérdidas que rondan los 266 millones de euros. n nEl director del proyecto, Óscar David Lozano Águila, defiende que se trata de una inversión a futuro: “La región se está convirtiendo en un nuevo polo económico con alto potencial”. Mientras tanto, Guatemala ya busca integrarse a esta red, convencida de que el ferrocarril puede ser el hilo conductor de un desarrollo compartido. n nEntre promesas y tensiones n nEl resurgir ferroviario latinoamericano promete transformar al continente. Pero bajo las cifras millonarias y los discursos de integración se esconden viejas tensiones: dependencia de financiamiento externo, dudas sobre rentabilidad y el reto de mantener proyectos a largo plazo en contextos políticos inestables. n nSi América Latina logra superar esos obstáculos, las nuevas vías no solo moverán trenes: moverán también el eje económico del continente hacia una integración inédita.