The Struggle for a New Global Economic Order

The capitalist imperialist system relies heavily on ideology as a tool for maintaining dominance. Recently, cognitive warfare has emerged as a key mechanism for distorting reality, making it difficult to understand global phenomena and ultimately leading to political apathy. This ideological manipulation serves to preserve the status quo by discouraging meaningful engagement with pressing issues. In Western societies, this has created a numbing effect toward atrocities such as wars, famines, and genocides, functioning as a media-military drug that ensures impunity for such actions.

Ideological capture is largely achieved through the erasure of historical memory. Crucial historical events are removed from public consciousness, replaced by a narrative that insists no viable alternative to the current system exists. This justification is central to hybrid warfare strategies that promote the false universalization of Western modernity. When historical context is removed, it becomes harder to understand the roots and dynamics of global issues. Erasing history is effectively a way to eliminate the possibility of imagining alternative futures. As philosopher Walter Benjamin suggested, history must be revisited critically, because the version told by victors often silences the voices of the oppressed. Therefore, the first step toward liberation is to recover and amplify historical perspectives beyond the official narratives.

Currently, a major geopolitical struggle is unfolding between the U.S.-led bloc (G7) and the Asian-led bloc headed by China (BRICS). This conflict underpins many of the world’s current crises. However, its core nature is often misunderstood: it is a continuation of the anti-colonial struggle that began after World War II. Although BRICS gained prominence in the 21st century, its roots trace back to earlier initiatives like the Group of 77 (G-77), which emerged from the 1955 Bandung Conference in Indonesia. This movement aimed to promote cooperation among nations of the Global South and resist colonial domination, which was still widespread at the time.

One of the most significant political achievements was the 1974 UN General Assembly Resolution 3281, which led to the Declaration on the Establishment of a New International Economic Order (NIEO). This declaration emphasized the right of nations to development, autonomy in economic policy, and sovereignty over multinational corporations. However, this milestone was largely erased from public memory as neoliberalism quickly overshadowed these efforts. The Western narrative of globalization and the prioritization of foreign direct investment (FDI) over national sovereignty have led to a world marked by climate crisis, humanitarian challenges, economic stagnation, structural inequality, and widespread violence. Even countries considered winners under this system now face internal crises.

The hegemonic crisis of the United States reflects a broader crisis in the global governance model centered on the United Nations. Its structure, particularly weighted voting and the veto power, is inherently undemocratic. When the U.S. openly violates international norms—as seen in recent military actions against Iran—there is no effective mechanism to hold it accountable. The imposition of unilateral trade wars further reinforces a global financial monarchy that exposes the contradictions of its claimed democratic values. This system, increasingly exposed as outdated and neocolonial, reveals its true nature when it loses influence: one of systematic exploitation reminiscent of colonial-era metropole-periphery dynamics.

It is significant that while Western economies grow at an average of 1.5 percent, BRICS economies grow at around 3.4 percent, and the Global South represented by the G-77 averages 4.1 percent. This indicates that the Western economic model is no longer a driver of global growth but rather a constraint on the potential of developing nations. A new multilateral framework based on the principles of the NIEO—sovereignty over resources, the right to development, and control over foreign capital—is urgently needed.

The ideological distortion promoted by Trumpism, which frames the U.S. as a victim of global economic forces, ignores the reality of dollar dominance that has drained wealth from the rest of the world. Neoliberal policies continue to harm the Global South. When the U.S. portrays itself as a victim, it inverts historical truth. In contrast, multilateralism advocates for a restructuring based on mutual respect for sovereignty and non-subordination. Countries affected by U.S. trade pressures are increasingly recognizing the differences between these models: while the U.S. demands political changes under the guise of interventionism, China promotes infrastructure cooperation without political conditions. The path forward lies in reaffirming economic independence and moving beyond colonial modernity.

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— News Original —
Reescribir el futuro: el nuevo orden económico global y la lucha ideológica

I n nEl dominio del imperialismo capitalista tiene en la ideología una de sus armas más poderosas. Recientemente hemos atestiguado la instalación de la guerra cognitiva como una de las principales herramientas para moldear y tergiversar la realidad, de modo que dificulta comprender los fenómenos, llevando a desestimar la posibilidad de intervenir en ellos, o, simplemente, a la indiferencia ante su significado. Cualquiera de estas opciones produce una despolitización que beneficia al status quo. La infodemia ha logrado en el mundo occidental un anesteciamiento frente a horrores como las guerras, hambrunas y genocidios. Es una gran droga mediático-militar que garantiza impunidad frente a la barbarie. n nII n nLa captura ideológica se consigue, principalmente, a través de la desarticulación de la memoria histórica. De pronto, fenómenos cruciales de la historia desaparecen del imaginario colectivo, se impone una narrativa cuyo objetivo es siempre mostrar que una realidad alternativa a la dominante es simplemente imposible, que no tiene sentido. Esta racionalización tiene que ver con la imposición del núcleo de la guerra híbrida: la falsa universalización del proyecto de modernidad occidental. Los fenómenos sin historia son difíciles de comprender puesto que se ignoran sus raíces y su dinámica. Cancelar la historia es una forma de cancelar la capacidad de plantear los mundos alternativos. Por ello, la historia debe ser revisada a contrapelo, como bien recomendaba Walter Benjamin –el filósofo místico de la Escuela de Frankfurt– porque la historia contada por los vencedores siempre anulará a los vencidos. Por tanto, la primera labor de liberación es recuperar y amplificar la visión histórica más allá de la narrativa oficial de los vencedores. n nIII n nActualmente vemos una lucha cruenta entre el bloque liderado por Estados Unidos (G7) y el bloque asiático liderado por China (BRICS). Este es el conflicto principal que detona todos los demás puntos de crisis en el actual sistema internacional. Pero el contenido de la misma no se ha enunciado, desde mi punto de vista, lo suficientemente claro: se trata de una nueva edición de la lucha anticolonial, comenzada justo después de la segunda guerra mundial. Es decir, si bien los BRICS comenzaron a sonar ya en el siglo XXI, estos tienen antecedentes históricos, como es el grupo de los 77 (G-77), que representa la organización de países del sur global bajo el espíritu de liberación del mundo colonial (todavía vigente a mediados del siglo XX, cosa que no debe perderse de vista) proveniente de la Conferencia de Bandung, celebrada en Indonesia en 1955 para promover la cooperación como base para los países desde el sur global. n nQuizá el punto de mayor alcance político se logró con la resolución 3281, adoptada por la Asamblea General de la ONU en 1974, que dio paso a la Declaración de Derechos y Deberes Económicos de los Estados, cuyo objetivo fue la fundación de un Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI). El centro de esta carta está en asegurar a los países el derecho al desarrollo, la autonomía de sus políticas económicas y la soberanía frente al poder de las empresas trasnacionales. n nObviamente este acontecimiento quedó borrado de la memoria pues inmediatamente después de esta declaración comenzó el despliege del neoliberalismo, ocultando todos esos esfuerzos bajo la narrativa unilateral de la globalización occidental y la glorificación de los “derechos” de la inversión extranjera directa (IED) por encima de los Estados nacionales (EN). Los resultados de estos principios hoy se pueden observar con claridad: un planeta con crisis climática, con crisis humanitaria, estancamiento económico, con desigualdad estructural y violencia esparcida por todos sus poros. Ni siquiera los supuestos ganadores hoy se benefician de este proyecto: viven también bajo crisis dentro de sus propias fronteras. n nIV n nLa crisis hegemónica de EU es la crisis hegemónica de todo el modelo de gobernanza global basado en la Organización de Naciones Unidas (ONU), cuyo diseño es esencialmente anti-democrático, pues a través de la votación ponderada y el derecho al veto permite la existencia de un grupo que toma el control de las decisiones. Por ello, cuando ese grupo liderado por Estados Unidos decide violar las normas internacionales de manera abierta y sin pudor (recuérdese el reciente bombardeo a Irán) no hay ninguna instancia que le pueda sancionar. Y si le sumamos que frente a esta crisis, EUA ha decidido utilizar la guerra comercial arancelaria a discreción, lo único que se ratifica es la existencia de una especie de monarquía financiera global que revela las contradicciones de su supuesto carácter democrático y se presenta como un sistema que, al perder fuerza, revela su carácter neocolonial anacrónico. n nEs un detalle paradójico para la historia del pensamiento económico que la otrora potencia industrial busque ahora reindustrializarse a partir de medidas comerciales al estilo del viejo mundo mercantilista. Cuando los poderes de la modernidad pierden fuerza, muestran con claridad la anacronía de su verdadero pelaje: la de la explotación sistemática de una metrópoli con respecto a sus colonias. Este es el modelo que ya no puede continuar más. El mundo construído a la sombra del hongo atómico en 1945 hoy ya ha llegado a su límite histórico. Por ello es necesario organizar un nuevo frente para retomar el multilateralismo bajo los principios de la NOEI. n nV n nNo es un detalle menor que los países del modelo occidentel estén creciendo en un promedo de 1.5 por ciento, mientras que el promedio de los BRICS se encuentra alrededor del 3.4 por ciento. Y si observamos al G-77 del sur global, el promedio sube a 4.1 por ciento. Esto significa que lejos de la narrativa de los países industriales que “jalan” a los demás países, hoy el modelo económico occidental es una traba para la potencialidad de los países del sur global. La vía para ordenar esta nueva fase comienza por la recuperación de los principios de soberanía sobre los recursos, el derecho al desarrollo y el control de los capitales extranjeros, principios que fueron defendidos por la NOEI y que vale la pena recuperar para orientar nuestras acciones. n nVI n nEl retorcimiento ideológico del trumpismo ha sido colocarse como un país víctima de todos los demás. El NOEI de 1974 fue borrado por el imperio del dólar generando todo un proceso de succión de la riqueza mundial. La violencia proveniente del modelo neoliberal todavía causa estragos en todo el sur global. Por ello es que en el momento en que EU se coloca como víctima es, simplemente, una inversión radical de la historia. En contraste, el multilateralismo aboga por una reestructuración bajo principios del respeto a la soberanía de los países bajo relaciones de coordinación y no de subordinación. n nLos distintos países agraviados hoy por la presión arancelaria están distinguiendo nítidamente las diferencias entre modelos. Mientras que EU exige cambios políticos bajo el símbolo del injerencismo, China proyecta colaboración en infraestructura sin meter en la ecuación la esfera política de cada país. La forma de superación monárquica es la reafirmación del carácter republicano bajo independencia económica sustantiva, es decir, superando la modernidad colonial. Estos son los términos de la batalla de cara a la entrada del segundo cuarto del siglo XXI. n n*Economista (UdeG) con estudios de maestría y doctorado (UNAM) sobre la crítica de la economía política. Académico de la FES Acatlán. Director del Centro de Estudios del Capitalismo Contemporáneo y comunicador especializado en pensamiento crítico en Radio del Azufre y Academia del Azufre.

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