Fundamental shifts in global markets are prompting a reevaluation of investment strategies. A long-term perspective helps investors avoid permanent losses and build resilient portfolios through diversification, granularity, and agility.
The global investment landscape is being reshaped by forces beyond typical market cycles or structural trends. These deeper currents are altering the foundations of the postwar world order, which was built on free trade, capital mobility, and institutional trust.
Recent years have brought unprecedented uncertainty. While cyclical factors like growth, inflation, and interest rates still influence markets, their effects now interact with longer-term structural and foundational changes that persist for years rather than quarters.
Structural shifts include rising public debt, demographic changes, global imbalances between saving and spending, and uneven technological adoption. These are already affecting cross-border capital flows, regional productivity, and long-term returns.
Foundational changes, however, are more transformative. They challenge long-held assumptions about safe-haven assets, liquidity, and asset correlations. Geopolitics and policy decisions now directly impact economies and financial markets. In an increasingly fragmented trade environment, political actions can quickly reverse competitive advantages, reminding investors that today’s winners may not remain dominant. Capital markets are also dividing along geopolitical lines, complicating cross-border investments.
Additionally, artificial intelligence (AI) and the climate transition are evolving in ways that suggest not just long-term transformation but systemic change. These forces are redefining how economies function, how capital is deployed, and how value will be created in the future.
Focusing on long-term value requires discipline. At GIC, the priority is avoiding permanent capital loss. This involves analyzing common causes of irreversible decline—such as weak business fundamentals, forced asset sales due to debt, external shocks, or fraud—and designing investment processes to mitigate these risks.
Equally important is avoiding overpayment. Historical examples—from Japan’s 1980s equity bubble to the dot-com crash and recent meme stock collapses—show that even long horizons offer little protection if entry prices are too high. Lost time cannot be recovered, reinforcing the need for pricing discipline.
Diversification remains central to portfolio resilience. GIC spreads investments across asset classes, geographies, sectors, and time periods. In private markets, for instance, capital is deployed gradually over several years—known as time diversification—to avoid overexposure to any single valuation window.
Yet in today’s volatile environment, diversification alone is insufficient. Granularity allows for precision. Broad themes like AI or climate change encompass diverse opportunities across value chains. In AI, distinctions are made between enablers (chipmakers, data centers), monetizers (cloud platforms, software firms), and adopters (companies integrating AI into operations). This enables targeted investments.
In climate-related areas, long-term opportunities exist in electrification, energy efficiency, and climate adaptation. However, risk profiles, policy support, and market relevance vary widely. The global energy landscape is seeing exponential demand growth and persistent supply disruptions, renewing focus on energy security and affordability. This has led to more fragmented investment trends, with countries pursuing independent paths to secure competitive and reliable energy sources—requiring a selective approach.
Agility complements these strategies. It means acting decisively as trends evolve. In volatile markets, forced buying or selling creates pricing distortions. By preserving liquidity and flexibility, investors can act when others cannot—such as entering private credit during banking crises or acquiring discounted assets in private equity secondary markets.
Agility also involves identifying underappreciated trends early. Climate adaptation, long overlooked, is gaining urgency as physical risks rise. It is becoming an unavoidable investment theme alongside decarbonization. Research estimates that investment value in select adaptation solutions will grow from $2 trillion today to $9 trillion by 2050, with $3 trillion driven by incremental demand due to global warming. This opens opportunities in established areas like weather-resilient construction materials and emerging technologies like weather intelligence.
At the World Economic Forum’s Annual Meeting 2025 in Davos, leaders are discussing how to rethink growth amid fiscal constraints and limited monetary tools. The digital economy already accounts for over 15.5% of global GDP and could underpin up to 70% of new economic value in the next decade. Yet structural vulnerabilities persist, tempering optimism about a soft landing.
Collaboration among businesses, governments, and civil society is essential. Through its Centers for the New Economy and Society, Financial and Monetary Systems, and Regions, Trade, and Geopolitics, the Forum is aligning public and private efforts to drive impact.
These foundational shifts underscore the importance of enduring investment principles. Diversification manages uncertainty, granularity enables precise risk-taking, and agility allows timely responses to emerging opportunities. Together, they turn volatility into advantage, enhancing both resilience and long-term returns.
— news from The World Economic Forum
— News Original —
3 principios de inversión para desarrollar resiliencia a largo plazo
Los cambios fundamentales en los mercados globales exigen un replanteamiento profundo de la gestión de inversiones. n nUn enfoque a largo plazo permite a los inversores evitar pérdidas permanentes. n nPara construir carteras resilientes, es esencial combinar diversificación, granularidad y agilidad. n nEl entorno global de inversión está siendo remodelado por fuerzas que van más allá de cualquier ciclo de mercado o tendencia estructural. Estas fuerzas sacuden los cimientos del orden mundial y reescriben las reglas de la inversión global. n nLos últimos años han sido testigos de una incertidumbre sin precedentes y de cambios profundos para los inversores. Los cambios cíclicos en el crecimiento, la inflación y las tasas de interés siguen influyendo en los mercados. Sin embargo, estos ciclos producen ahora un abanico más amplio de resultados e interactúan con fuerzas más profundas y a más largo plazo cuyos efectos se prolongan durante años, en lugar de trimestres. n nAgrupamos estas fuerzas en dos categorías: estructurales y fundamentales. Ambas se desarrollan a largo plazo, pero difieren en su impacto sistémico. Los cambios estructurales evolucionan dentro del sistema existente; normalmente es posible analizarlos y prepararse para ellos. Por el contrario, los cambios fundamentales transforman radicalmente el propio sistema, desafiando supuestos arraigados y exigiendo un replanteamiento básico de la construcción de carteras y la gestión de inversiones. n nLos cambios estructurales incluyen el aumento de la deuda pública, los cambios demográficos, los crecientes desequilibrios globales entre el ahorro y el gasto, y las crecientes brechas de adopción tecnológica. Estos factores ya están alterando los flujos transfronterizos de capital, afectando a la productividad en algunas regiones e influyendo en los rendimientos a largo plazo. n nLos cambios fundamentales son aún más profundos, ya que redefinen el orden mundial de la posguerra, cimentado en el libre comercio, la movilidad del capital y la confianza institucional. n nLos viejos supuestos sobre refugios seguros, liquidez y correlación de activos están siendo cuestionados. La política y la geopolítica influyen ahora de forma directa e inmediata en las economías y los mercados financieros. n nEn un sistema comercial cada vez más volátil y fragmentado, las decisiones políticas pueden revertir rápidamente las ventajas, lo que nos recuerda que los ganadores de hoy pueden no seguir siéndolo mañana. Los mercados de capitales también se están fragmentando a lo largo de fisuras geopolíticas, lo que complica la inversión transfronteriza. n nPor último, la inteligencia artificial (IA) y la transición climática también se están desarrollando de formas que apuntan no solo a una transformación a largo plazo, sino a un cambio fundamental, que está remodelando el funcionamiento de las economías, la forma en que se despliega el capital y cómo se creará valor en el futuro. n nCentrarse en el valor a largo plazo n nAnte estos cambios profundos, es tentador dejarse llevar por el hype a corto plazo o retroceder ante lo desconocido. En GIC, no hacemos ninguna de las dos cosas. Nos centramos en el valor a largo plazo, con el objetivo de evitar pérdidas permanentes. n nAdoptamos un enfoque de inversión con respecto al riesgo: estudiamos las causas típicas del deterioro permanente (pérdidas de las que es muy difícil, o incluso imposible, recuperarse) para poder evitarlas. Históricamente, estas pérdidas se han debido a fundamentos empresariales débiles, a la necesidad de liquidar activos prematuramente para pagar deudas, a choques externos o incluso a fraudes. Nuestro proceso de inversión está diseñado para protegernos de tales riesgos. n nMenos obvio, pero igualmente problemático, es pagar de más. La historia nos ofrece muchos ejemplos: la burbuja del mercado bursátil japonés a finales de la década de 1980, el colapso de las puntocom a principios de la década de 2000 y el sucesivo desplome de las acciones meme en los últimos años. Los horizontes a largo plazo ofrecen poca ayuda en tales situaciones. Incluso si los precios de los activos se recuperan con el tiempo, el tiempo perdido habrá sido demasiado grande. Por eso mantenemos nuestra disciplina en cuanto a los precios. n nDiversificación, granularidad y agilidad n nDesde arriba hacia abajo, nos centramos en capturar las primas de riesgo a largo plazo manteniendo la diversificación – creando una cartera resiliente y flexible, capaz de soportar las tensiones del mercado, adaptarse a los ciclos y los cambios a largo plazo, y acumular valor con el tiempo. n nAunque la concentración de los mercados puede hacer que la diversificación resulte cara a corto plazo, sigue siendo esencial para la resiliencia de la cartera a largo plazo. GIC diversifica entre clases de activos, geografías, sectores y tiempo. Por ejemplo, en los mercados privados, distribuimos las inversiones a lo largo de varios años —lo que se conoce como diversificación temporal — para evitar una exposición excesiva a un solo periodo de tiempo. n nEn medio de cambios sin precedentes, la diversificación por sí sola ya no es suficiente; la granularidad y la agilidad son igualmente críticas. La granularidad permite la precisión. Dentro de temas amplios, como la inteligencia artificial o el clima, las oportunidades varían mucho a lo largo de las cadenas de valor. Tenemos que desglosarlas en segmentos en los que se pueda invertir. Por ejemplo, en IA, distinguimos entre facilitadores, como los fabricantes de chips o los proveedores de centros de datos; monetizadores, como las plataformas en nube y las empresas de software; y adoptantes, que integran la IA en sus operaciones. Esto permite realizar inversiones más específicas. n nAsimismo, en materia climática, vemos oportunidades a largo plazo en materia de electrificación, eficiencia energética y adaptación al clima. Sin embargo, las inversiones varían en cuanto a perfil de riesgo, políticas de apoyo y relevancia en los distintos mercados. En el panorama energético global, el crecimiento exponencial de la demanda de energía y las persistentes disrupciones en su suministro han renovado el interés por la seguridad y la asequibilidad energéticas. Esto ha dado lugar a tendencias de inversión más fragmentadas, en las que cada país traza su propio camino para garantizar fuentes de energía seguras y económicamente competitivas. Esto también requiere un enfoque selectivo. n nPor su parte, la agilidad implica actuar con decisión a medida que evolucionan estas tendencias. En mercados volátiles, surgen distorsiones cuando los participantes se ven obligados a comprar o vender, lo que genera activos con precios sesgados. Al proteger la liquidez y mantener la flexibilidad, podemos responder cuando otros no pueden hacerlo, ya sea en créditos privados durante crisis crediticias bancarias o en mercados secundarios de capital privado, donde los inversores que buscan liquidez venden con descuentos. n nAdemás, consideramos que la agilidad es la capacidad de detectar tempranamente aspectos poco apreciados. La adaptación al clima, una parte vital pero históricamente ignorada de la respuesta climática, está cobrando urgencia a medida que aumentan los riesgos físicos. Se está convirtiendo en una necesidad inevitable y en un tema de inversión complementario junto con la descarbonización. Nuestra investigación estima que el valor de la inversión para un conjunto selecto de soluciones de adaptación crecerá de los actuales 2 billones de dólares a 9 billones en 2050, de los cuales 3 billones se atribuirán al crecimiento incremental impulsado por el calentamiento global. Esto crea oportunidades tanto en soluciones ya establecidas, como los materiales de construcción con resiliencia meteorológica, como en tecnologías emergentes, como inteligencia meteorológica. n nDescubre n n ‘Repensar el crecimiento ‘ en Davos 2025 n nRevitalizar y repensar el crecimiento es fundamental para construir economías más sólidas y resilientes. ¿Cómo podemos reconocer las nuevas fuentes de crecimiento en la economía global actual? n nLa Reunión Anual 2025 congrega a líderes mundiales para abordar los principales retos globales y regionales. Responder a las crisis geopolíticas, impulsar el crecimiento para mejorar el nivel de vida y dirigir una transición energética justa e inclusiva son algunos de esos retos. Repensar el crecimiento es uno de los temas principales de la Reunión Anual 2025. n nLos responsables políticos tienen escaso margen fiscal y las herramientas de política monetaria de que disponen son limitadas, por lo que es necesario que busquen nuevas fronteras y fuentes de crecimiento. La innovación tendrá un papel fundamental para lograr una recuperación plena de la economía mundial y evitar el fantasma de un mercado como el de los “tibios años veinte”, marcado por un crecimiento lento, niveles de deuda en máximos históricos y reservas presupuestarias agotadas. En cuanto al futuro, la economía digital ya representa más del 15,5 % del PIB mundial y podría servir de base para alcanzar hasta el 70 % de todo el nuevo valor que se cree en la economía mundial en los próximos 10 años. No obstante, los factores adversos y las vulnerabilidades estructurales siguen contrarrestando unas señales económicas más positivas que apuntan a un posible aterrizaje suave. n nEn este contexto, es fundamental que las empresas, los gobiernos y la sociedad civil trabajen juntos para encontrar soluciones comunes y actuar con decisión. A través de sus Centros, el Foro Económico Mundial integra los esfuerzos públicos y privados para lograr un mayor impacto. n nCentros relacionados n n- Centro para la Nueva Economía y Sociedad n n- Centro de Sistemas Financieros y Monetarios n n- Centro para las Regiones, el Comercio y la Geopolítica n nLos cambios fundamentales están transformando profundamente el panorama de las inversiones. Para los inversores a largo plazo, esta complejidad solo refuerza la necesidad de principios duraderos. La diversificación nos ayuda a hacer frente a la incertidumbre y a las crisis repentinas, la granularidad nos permite asumir riesgos de forma más precisa y la agilidad nos permite responder a las oportunidades emergentes. Aplicando estos principios de forma coherente, podemos convertir la volatilidad en oportunidad, aumentando la resiliencia y la rentabilidad a largo plazo.